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quinta-feira, agosto 31, 2006
posted by Nacionalista @ 6:28 da tarde, ,
O Idiota
segunda-feira, agosto 28, 2006
Un idiota raramente se plantea no ya las grandes cuestiones, sino las consecuencias de sus actos, el sentido de lo bueno y lo malo, las cosas por las que merece la pena vivir y morir.
Hay idiotas ilustres y otros que no lo son tanto. En las épocas de grandes catástrofes y transformaciones radicales como ésta en la que nos encontramos, los idiotas son legión. Incluso ocupan posiciones de poder. El idiota pasa a la historia no por lo que hizo, sino por lo que dejó de hacer. Y cuando es testigo de la historia, aunque se encuentre al borde de un volcán, sólo pensará que ha vivido una aventura solidaria en una playa apacible.
Hubo un idiota ilustre, Nicolás II, el último emperador de Rusia, que vivió el mayor cataclismo social de todos los tiempos sin enterarse de nada. Puede parecernos un personaje lejano, pero su linaje, lejos de haberse extinguido, ocupa posiciones de poder. Nicolás, la reina de Bélgica y los reyes de Inglaterra, Noruega y Dinamarca eran hijos de hermanas; los nietos de sus primos hermanos ocupan aún los tronos de Dinamarca, Noruega, Luxemburgo e Inglaterra y el hijo de su prima hermana el de Bélgica; la abuela del actual rey de España y la mujer de Nicolás eran hijas de hermanas: Don Juan, el actual rey de Bélgica y el Zarevitch Alexis, hijo de Nicolás, eran primos segundos.
El diario íntimo de Nicolás es tan anonadante como la actitud de los bañistas canarios ante el desembarco. Estalla la revolución de 1905; la policía dispara sobre una multitud indefensa a las puertas de palacio, y los cosacos de la Guardia se emplean a sablazos: dos mil muertos, entre ellos numerosos niños. En su diario, sólo dedica 4 frases a la matanza de la que es responsable, para acabar las anotaciones del día con: “Mamá ha venido de la ciudad justo a la hora de la comida. Hemos comido en familia”.
Al día siguiente, cuando miles de familias lloran a sus muertos en la capital, a 17 kms de allí, el idiota coronado anota en su diario: “Hoy no ha pasado nada de particular en la ciudad. El tío Alexis ha comido con nosotros. He recibido una delegación de cosacos del Ural que me han traído caviar…”. Y a los dos días de la matanza que ha pasado a la historia como el Domingo Sangriento, cuando ya la revuelta se extiende por el Imperio y comienza el asalto de propiedades y la matanza de terratenientes, el idiota coronado anota: “Jornada agotadora. Después del informe he recibido a mucha gente…por la tarde, he tenido que leer muchos documentos. Todo esto me ha provocado fuertes dolores de cabeza…”.
Cuando se ve obligado a abdicar en 1917, el idiota coronado sigue en su mundo de autista. Un pariente próximo comenta estupefacto que tras encontrarle unos días después de la abdicación, el idiota depuesto le espetó un banal: “”¿Qué tal por tu casa, cómo te va?”. El general Dubensky recordaba que tras la abdicación estaba muy emocionado, y apoyado en la ventana, no pudo retener las lágrimas. Junto a la ventana pasa entonces el idiota depuesto, le mira alegremente, le hace una señal y le saluda militarmente. Hacía media hora que el telegrama había anunciado la abdicación. ¿Cómo empieza su diario al día siguiente? “He dormido mucho y profundamente. He hablado con mis acompañantes del día de ayer. He leído largo rato a Julio César”.
La última anotación de su diario, el día en que será asesinado junto con su familia por gente que no dedicaba tanto tiempo a Julio César, decía: “El tiempo es soleado y apacible. Ninguna noticia del exterior”.
El idiota cree que su pequeña e insignificante existencia es realmente el centro del escenario y que siempre verá los toros desde la barrera. Un continente entero se ha puesto en marcha y ha empezado a desembarcar en nuestras costas con la firme intención de quedarse para siempre. Si se produce un desembarco en su playa, acudirá con su toalla a dar masajes al que llega y, si puede, lo contará ante las cámaras al mundo, un mundo que se acaba, aunque el idiota aún no lo sepa.
El idiota no sabe que existe otro mundo, el mundo real, un mundo en que la historia no ha muerto y en que la gente muere y mata por un puñado de tierra, aunque se trate de áridas peñas de Chechenia o de arenales de Oriente Medio. El idiota no sabe que su mundo está condenado y que el desembarco va a continuar; no serán ya cientos, serán miles y no habrá toallas suficientes para dar masajes al recién llegado.
Pero siempre el idiota ha pensado que su vida privada era la única realidad. Jorge IV, el hijo del rey loco (y antepasado de otro ilustre idiota, George Bush), era tan tonto que los ministros de su padre le llamaban el “tonto George”. Al morir su padre, cuando le fueron a anunciar su inminente subida al trono de Inglaterra, se puso a hacerles muecas mientras repetía “¿Quién es ahora el tonto George?”. También él fue testigo de importantes hechos históricos que anunciaban el fin de una era sin enterarse de nada. Compartía con su bisabuelo Jorge I, el fundador de la dinastía, un rasgo común a todos los idiotas, la falta de patriotismo. Aquel había dicho a sus ministros: “Robad cuanto queráis, sólo es dinero inglés.” Y para Jorge IV, como para todo idiota, la única realidad era su vida privada. Un soleado día de mayo de 1821 un asistente jadeante entra en su despacho y adoptando la pose más solemne que pudo, le anunció: “Señor, vuestro peor enemigo ha muerto”. Al rey Jorge se le iluminó el rostro y preguntó eufórico: “¿Mi mujer?”. “No, Señor, el emperador Napoleón”.
posted by Nacionalista @ 2:32 da manhã, ,
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Ideário do PDC
terça-feira, agosto 22, 2006
Aproveitando a "boleia" d'A Voz Portalegrense, deixo aqui um texto intitulado "Ideário do Partido", extraído do "Programa do Partido da Democracia Cristã" - um texto de cerca de 100 páginas em formato de livro de bolso, sendo que a II Parte é um projecto de Constituição.
IDEÁRIO DO PARTIDO
1. A denominação Democracia Cristã compõe-se de dois conceitos: democracia, que tem carácter político, e cristão, que aponta para uma ideologia e uma doutrina social. A denominação Democracia Cristã não representa apenas a resultante da junção daqueles dois termos. Não somos apenas um partido democrático. Nem tão-só um partido cristão. Mas, sim, um partido democrata cristão. Quer dizer que, por um lado, entendemos a democracia à luz da filosofia cristã. E apontamos o cristianismo como uma mensagem de democracia. Para se determinar o que há de específico na democracia cristã, ter-se-á, em primeiro lugar, de analisar, no nosso prisma, os elementos democrata e cristão. Comecemos pelo conceito da democracia.
1.1. A democracia que defendemos não é a do simples mecanismo, ou questão por vezes numérica, de democracia formal. Não obstante, aceitamos que a democracia supõe um certo mecanismo para poder funcionar. O nosso conceito de democracia não é o de um simples procedimento; é, antes, um conceito valorativo, uma filosofia geral da vida política. Por isso, não nos debruçamos tanto sobre problemas tais como os métodos de sufrágio — o procedimento — para nos interessarmos pela realização da democracia com base na própria substância que ela encerra.
Elegemos, assim, a nossa noção de democracia personalista.
A democracia é o Governo do povo. O povo é o conjunto orgânico de pessoas humanas. Daí que a ideia de pessoa humana, livre e responsável, constitua, para nós, o elemento fundamental da ideia democrática. Não vamos deteriorar a noção de «povo» ou de «comunidade», substituindo-a pela de «massa». Nem degradamos a pessoa em indivíduo. Rejeitamos a utilização do homem como instrumento, que é o papel da demagogia. Nem como objecto da vida económica, social ou política, porque o defendemos sempre como sujeito.
Daí que exijamos o diálogo permanente entre o governo e o povo. Se o governo é do povo, só é legítimo se interpreta a vontade deste. E, sendo o povo o conjunto das pessoas humanas, a entidade fundamental na vida democrática, segue-se que a actividade do governo, do Estado, deve estar ordenada num sentido finalista. A actividade do governo, o procurado desenvolvimento, não pode ser uma simples acumulação de bens e serviços ou apenas o aumento de riqueza. O desenvolvimento é um processo que deve estar orientado, tal como toda à actividade do Estado, no sentido do progresso e da satisfação das necessidades e aspirações da comunidade. Quer dizer, todo o sistema democrático tem de basear-se numa estrutura humana. Daqui, a nossa democracia personalista. Os bens, ou o próprio Estado, são apenas meios.
1.2. Defendemos o pluralismo social.
Afastamo-nos, assim, do estrito dualismo cidadão/Estado, herdado da Revolução Francesa. Entre o cidadão e o Estado encontram-se formas sociais que constituem o normal desenvolvimento do instinto da sociabilidade.
O pluralismo social implica o reconhecimento de grupos sociais que ajudam a pessoa humana na realização dos seus fins próprios. Esses grupos não resultam da aceitação do Estado, que se limita a encontrá-los e reconhecê-los. É o caso do Município, como comunidade de vizinhos, da família, como meio de expansão natural do homem, e ainda do Sindicato. Este não está dependente do Estado ou dum partido político. A liberdade sindical é fundamental no sistema democrático.
Consideramos ainda as comunidades culturais, designadamente as universidades e as comunidades religiosas. A aceitação destas, como de existência própria, porque propendem para o cumprimento dos fins da pessoa humana, leva-nos a discordar de toda a religião do Estado ou da protecção do Estado a qualquer religião. Mas entendemos que devem ser defendidos os direitos essenciais de toda a Igreja, o seu direito de actuar e de ensinar.
1.3. Queremos ainda o pluralismo ideológico.
Para nós, democracia pluralista é aquela que admite a expressão de ideias distintas e antagónicas, para que o corpo social se pronuncie acerca da sua validade e relevância. Inserimos apenas a limitação que advém de exigências de ordem moral ou de segurança do Estado.
O pluralismo assim concebido conduz ao institucionalismo que radica, na natureza humana do grupo social, o fundamento de determinados modos de vida ou de determinadas organizações. A instituição é o fundamento da sociedade e do direito. É o apogeu filosófico e jurídico do pluralismo social, vinculado, por isso, à nossa ideia pluralista de democracia.
Distinguimos entre instituições e estruturas. A instituição é permanente e durável. A estrutura é uma forma de traduzir o que a instituição pretende realizar. A democracia cristã não está satisfeita com as estruturas onde se desenvolve a instituição da família, nem com as estruturas económicas em que se desenvolve a empresa, o sindicato ou a comunidade profissional, nem com as estruturas culturais e políticas, porque não traduzem as necessidades do nosso tempo. Pretendemos mudar as estruturas, mas não as instituições. Por isso nos distinguimos dos conservadores, que pretendem manter as estruturas, e dos marxistas, que desejam aniquilar as instituições,
1.4. Queremos criar uma democracia comunitária.
Não aceitamos uma democracia individualista. Para nós, é a comunidade, e não o indivíduo, que é o objecto da acção política. Procuramos assegurar o bem comum. Não basta a justiça comutativa. É necessária a justiça social. O Estado deve representar a comunidade política; a empresa deve ser uma comunidade, no sector económico; os povos devem constituir a comunidade internacional. A comunidade aponta, assim, para uma forma de sociabilidade com interpenetração de consciências, o que a distingue da massa. Há, porém, um momento em que o grau de interpenetração das consciências é mais elevado — é a participação no comum. Assim, a democracia que defendemos é também uma democracia de participação. Procura-se assegurar a participação efectiva do povo no processo das decisões. Não queremos, repete-se, uma mera democracia formal.
2. Analisámos até aqui o elemento democrático. Debrucemo-nos, de seguida, sobre o elemento cristão.
Este elemento traduz, nos aspectos, político e social, embora muito genericamente, uma atitude perante a vida que se inspira na ideia de cristandade. Adoptamos uma concepção histórica espiritual não materialista. Assim nos separamos irremediavelmente do marxismo.
2.1. Elegemos também, porque cristãos, a primazia da moral: a política, para nós, não é só a arte da conveniência. O problema social é um problema moral. Fundamenta-se na revalorização das normas de conduta dos povos. Facilmente se depreende que não pensamos ser o único partido cristão. Nem pensamos que aqueles que não aderem ao nosso partido estejam fora da cristandade. Tal como há outros partidos que se denominam democratas e não podem reclamar o exclusivo da democracia.
2.2. A doutrina cristã traz ao nosso ideário a afirmação do espiritual. Defendemos a subordinação da política às normas éticas. Para nós, a primeira finalidade de ordem social é permitir ao ser humano o desenvolvimento pleno e cabal da sua personalidade. Estabelecemos a primazia do bem comum. Acreditamos na perfectibilidade da sociedade civil, repudiando todas as formas de fatalismo, designadamente o determinismo económico afirmado pelo marxismo e pelo capitalismo liberal.
2.3. O cristianismo carreia ainda ao nosso ideário uma concepção social, pelo que não constituímos apenas um movimento político.
A principal fonte, neste aspecto, é a doutrina social da Igreja. Esta reflecte-se numa especial concepção da propriedade, do papel e dos deveres do Estado, da solidariedade entre todos os grupos e num conceito próprio de empresa e de concepção do trabalho. Não é em vão que o Cristianismo é a única religião criada por um trabalhador.
A doutrina cristã da propriedade pode resumir-se na afirmação: todas as coisas que existem se destinam a todos os homens que existem. É taxativa esta posição nos textos sagrados e no magistério da Igreja. É a função social da propriedade. O direito de usar e de abusar dos romanos é substituído pela obrigação de uma administração em proveito comum — o «jus procurandi» do tomismo. A propriedade privada é, portanto, meramente instrumental. O seu fim, a função social, pode ser realizado pelo Estado, designadamente através de adequada política fiscal. Aceitamos a apropriação pública, as chamadas nacionalizações, no que for considerado indispensável; defendemos uma adequada regulamentação das concessões.
Não aceitamos a distinção clássica do marxismo e do capitalismo entre a propriedade pública e privada. Defendemos a propriedade em zonas intermédias, como a propriedade familiar. Para nós, a propriedade comunitária é um meio de eliminar as barreiras entre as classes e sectores sociais.
Quanto à empresa, esta é, na concepção cristã, uma comunidade em que colaboram os proprietários de capital e os proprietários de técnicas — os trabalhadores. Os resultados, o lucro, é consequência daquela colaboração bipartida. Daí, os trabalhadores devem participar nos lucros e, por extensão, na administração e na propriedade das empresas. O contrato de trabalho não deve ser um contrato de prestação de serviços, mas, antes, um contrato de participação ou de sociedade.
No que concerne ao Estado, este não se limita a uma função policial. Nem é senhor omnipotente. O poder do Estado é tão-só supletivo — é o princípio da subsidiariedade ou da supletividade. Pela doutrina social da Igreja, aceitamos também o princípio da responsabilidade do Estado e da sua intervenção nos assuntos colectivos que o reclamem. Subordinado a normas éticas, o Estado tem de intervir onde houver injustiças e carências. Mas a intervenção do Estado tem sempre por limites os direitos naturais das pessoas e dos organismos intermédios, tais como a família, o município, as associações económicas e profissionais, as entidades culturais e religiosos. Estes gozam de direitos próprios e específicos que o Estado tem de reconhecer, até porque estes grupos lhe são anteriores. De uma maneira especial, o Sindicato é, para nós, o sindicato livre na profissão organizada, isto é, constituído livremente pelos trabalhadores, sem qualquer intromissão limitativa ou programática do Estado.
3. No âmbito da sociedade nacional e da sociedade internacional, o mandamento novo do cristianismo é o do amor. Em termos adequados a um ponto de vista político-social, traduz-se numa vincada ideia de solidariedade entre os povos.
Opomo-nos, desta forma, tanto ao egoísmo, que o capitalismo arvora historicamente, como à luta violenta que, no seu processo mais representativo, se configura na luta de classes de Marx. Daqui se conclui por uma justiça social internacional. Esta não é, para nós, a ajuda de povos ricos aos povos subdesenvolvidos como mero acto de benevolência, que se pode converter em novo colonialismo. É, sim, o cumprimento de um dever de justiça, emanado da solidariedade universal. O desenvolvimento económico-social é ainda, para nós, o «novo nome da Paz».
4. O Partido da Democracia Cristã procura realizar, através da acção política democrática, os princípios sociais cristãos.
Não somos um partido confessional, já que distinguimos o domínio da acção política do campo da acção religiosa. O PDC está aberto a diversas convicções religiosas e a homens de nenhuma denominação religiosa. Para além dos momentos pragmáticos, servimos uma orientação ideológica.
Somos um partido democrático, com repúdio da violência. E um partido popular, no sentido de representação dos interesses integrais da sociedade, e não só de parte dela. Constituímos ainda um partido revolucionário, no pressuposto de que a evolução indispensável ao nosso tempo não se faz espontânea e gradualmente, mas que terá de ser incentivada por uma revolução, embora pacífica, construtiva e criadora. Somos ainda um partido nacional, embora possamos agrupar-nos na União Europeia, na União Mundial das Democracias Cristãs ou na sua União Internacional de Jovens, para beneficiarmos da experiência de largos milhões de militantes e simpatizantes que prosseguem os mesmos objectivos por todo o Mundo. Não se pode ignorar que a reconstrução da Europa Ocidental do pós-guerra foi levada a cabo sob a égide dos partidos democratas cristãos, dos quais muitos têm a dura experiência da luta na clandestinidade, especialmente na Itália e na Alemanha.
A diferenciação dos partidos democratas cristãos deriva da realidade específica de cada povo, o que não impede a presença de um conteúdo doutrinário comum.
5. A afirmação destes princípios cristãos tem levado o marxismo a um esforço de adaptação, no sentido de não repelir frontalmente as posições cristãs, mas, antes, de se aproximar delas. Assim, o marxismo apresenta-se, por vezes, como uma pura ciência da sociedade não considerando o ateísmo filosófico e o materialismo histórico, no aspecto político-social. A própria interpretação dinâmica de Marx pretende afastar a clássica afirmação de que toda a religião é uma alienação. Mesmo como pura ciência da sociedade, embora mutilado, o marxismo não abandona a dinâmica da luta de classes como suprema dialéctica do social. E a posição cristã não é de luta, mas de diálogo e de solidariedade.
Em última análise, poderá resumir-se que todos os partidos, por mais revolucionários que se reclamem, têm por meta a Justiça. Todos tendem, cada vez mais, a aproveitar da concepção cristã as formas que mitiguem a rigidez dos seus esquemas teóricos.
posted by Nacionalista @ 10:45 da tarde, ,
Analisando um anúncio
domingo, agosto 20, 2006
posted by Nacionalista @ 2:11 da manhã, ,
Dois blogues...
sábado, agosto 19, 2006
...que merecem uma visita: Vox Europa e Arqueofuturismo On-line.
posted by Nacionalista @ 8:48 da tarde, ,
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1. Hay un excelente estudio de esta cuestión en Guillaume Faye: "Los héroes están cansados", en Alain de Benoist y G. Faye: Las ideas de la "nueva derecha", Nuevo Arte Thor, Barcelona, 1986.
2. Todos los estudios sociológicos van en este sentido. Por ejemplo, a finales de diciembre de 1998 los medios de información daban noticia del trabajo del sociólogo Domingo Comas acerca de los jóvenes españoles: la mitad de ellos ocupan su tiempo libre en "tomar copas", y la otra mitad en "no hacer nada"; una cuarta parte reconoce "beber demasiado"; todos ellos se sienten "agobiados" y "sin tiempo", pero el hecho es que duermen bastantes horas más que los jóvenes de hace veinte años. Es el retrato de una generación instalada en la Nada, con una comodidad sólo aparente.
posted by Nacionalista @ 2:28 da manhã, ,
Férias
quinta-feira, agosto 10, 2006
posted by Nacionalista @ 2:06 da manhã, ,
Pallywood
terça-feira, agosto 08, 2006
posted by Nacionalista @ 6:45 da tarde, ,
Foi há 40 anos...
domingo, agosto 06, 2006
posted by Nacionalista @ 9:12 da tarde, ,
posted by Nacionalista @ 12:23 da manhã, ,
Ainda Goebbels...
quinta-feira, agosto 03, 2006
posted by Nacionalista @ 12:32 da manhã, ,
As coisas que se encontram na net...
posted by Nacionalista @ 12:30 da manhã, ,
Sionismo e Nacional-Socialismo
posted by Nacionalista @ 12:28 da manhã, ,
posted by Nacionalista @ 11:09 da tarde, ,
A atracção do comunismo
Não é à excelência da doutrina, nem do sistema, nem das técnicas de penetração que se deve o avanço do comunismo. Ele deve-se, fundamentalmente, ao facto de representar para os homens do Ocidente a libertação de um individualismo e de uma liberdade que transcendem a sua capacidade de auto-domínio e de utilização. Na verdade, um individualismo e uma liberdade sem transcendência e sem valores, numa palavra, sem uma ordem que transcenda a Sociedade, deixa o indivíduo entregue a si mesmo, à sua inteligência, às suas paixões e aos seus caprichos. Se uma grande parte se acomoda à ordem representada apenas pelo sistema das leis estatais, e como tal frágeis, uma parte cada vez maior ultrapassa-a, por verificar que não é mais do que uma convenção nem sempre justa, séria e aceitável entre homens e por isso contesta-a, ataca-a, torna-a inviável pela desordem que estabelece nas inteligências, nas fábricas, e nas ruas. Daí que nem a evidência dos números a provar a diferença abismal de níveis de vida dentro de um e outro sistema, nem a frieza dos argumentos racionais a atestarem o fundamento não científico do marxismo, nem a clareza dos factos a desmentir as previsões do marxismo na evolução económica e social, nem a certeza das suas violências ditatoriais a contrastar com a liberdade do Ocidente, de nada sirvam para deter o seu avanço e até sirvam, pelo contrário, segundo pensamos, para o ajudar.
Os dirigentes do Ocidente ainda se não aperceberam, na cegueira dos seus mitos, que as reacções das massas e, especialmente da juventude, neste lado do mundo, só são contraditórias na aparência.
Estas massas já se aperceberam, embora confusamente, que a felicidade não está no espaço por eles definido – progresso material indefinido – mas numa ordem transcendente que se proponha restabelecer a paz e a justiça entre os homens e as nações. São os elementos místicos do comunismo, não a sua doutrina ou as suas realizações, que arrastam os desiludidos para as suas realizações, que arrastam os desiludidos para as suas fileiras. Os desiludidos de uma concepção do mundo e da vida que, por se ter deixado esvaziar de todos os seus valores espirituais, acabou por se traduzir em contradições permanentes e gritantes. A ordem que devia corresponder a esta concepção acabou por se reduzir ao domínio absoluto, tanto a nível individual como colectivo, da lei do mais forte. Está aqui a raiz de todos os males e desvarios do Ocidente, que só se poderá salvar se a substituir a tempo pela lei cristã da cooperação.
- Fernando Pacheco de Amorim, Portugal Traído, Madrid, 1975, pp. 142-144.
posted by Nacionalista @ 2:57 da manhã, ,
Emigração
posted by Nacionalista @ 2:47 da manhã, ,